llego a mi destino. Meto las manos en el bolsillo del caftan demasiado bonito para una doncella. Cuadro mis hombros mientras miro al ama de llaves en lo alto de las escaleras de piedra, deseando fervientemente estar en otro lugar y no aqui.
No es sorprendente que sea la primera vez que trabajo para la realeza arabe. De hecho, es la primera vez que trabajo para alguien.
Aparto la mirada de ella y miro hacia el jardin del palacio. Es peor, la majestuosidad del lugar me abruma y mi estomago comienza a revolverse nerviosamente.
Soy consciente de que muchas mujeres jovenes estarian agradecidas y honradas de tener la oportunidad de trabajar y no solo esperar a que un hombre se case. Pero no yo, no en mi condicion. Mi baba malverso dinero, robo el Sheik y ahora tenemos que pagarlo.
Y lo que es peor, si toda esta humillacion no fuera suficiente, tengo que manejar mis sentimientos por el hijo del jeque, el principe Rashid, un hombre que me quita el aliento, me nubla la mente y quiere destrozarme el corazon.
