Muchos decian que sus ojos rubies eran la puerta al mismisimo infierno. Que cualquier alma pura que se atreviera a danzar a su lado seria corrompida sin misericordia alguna.
La bestia.
El hijo del diablo.
El engendro de Satanas.
Con esa apariencia tan fria y voraz, parecia que estaba destinado a solo estar. Pero el cordero, algo en el vio, logro ver mas alla de su frio corazon. Ignoro las advertencias, ignoro las palabras ajenas.
Tan inocente.
Tan puro.
El nino de Dios.
El cordero a la bestia invito a danzar, y esta rotundamente se tuvo que negar. Los dos juntos fueron obligados a estar, y poco a poco fueron viendo esas diferencias tan abismales que los solia separar.
Porque un cordero no puede guiar a una bestia que no quiere salir de la oscuridad.