
Sentí una suave brisa que me estremeció, y luego, presencie en cámara lenta como un hombre me arrinconaba contra la pared, me quedé estática, apoyó su cabeza en el hueco de mi cuello y aspiró de forma lenta, casi dolorosa, un gruñido retumbo desde el fondo de su pecho.
-Mía- dijo con una voz que erizo mi piel.