Ecos De Fjordheim - Fenrir94

En la penumbra de una taberna de madera, donde el humo de la hoguera se entrelaza con el aroma de la cerveza y la hidromiel, dos hermanos se sientan uno frente al otro. Gunnar, el mayor, lleva el cabello largo y trenzado, signo de su estatus de guerrero, y sus ojos grises reflejan la luz del fuego como dos fragmentos de hielo. Leif, más joven y reflexivo, muestra una barba incipiente y sus manos, aunque fuertes, aún no portan las cicatrices de las batallas.

La taberna, corazón palpitante del pueblo, está construida con robustos troncos de pino, y sus paredes están adornadas con escudos y armas. El suelo de tierra está cubierto de paja para absorber los derrames y el barro de las botas. Los parroquianos, sentados en bancos alrededor de mesas de madera, levantan sus cuernos en un brindis, mientras las risas y las historias de aventuras se elevan hasta las vigas del techo.

Fuera, el pueblo se extiende a lo largo de la costa, con casas de madera y techos de paja que se agrupan cerca del muelle. Los drakkars, con sus proas talladas y velas plegadas, descansan en la orilla, esperando surcar nuevamente los mares. El olor salado del océano se mezcla con el de la tierra y el ganado, y los gritos de los comerciantes en el mercado se unen al coro de la vida cotidiana.


La noche en Fjordheim era un manto de estrellas que cubría el mundo con su silencio. Gunnar y Leif, después de abandonar la calidez de la taberna, se adentraron en las calles del pueblo, donde la vida nocturna se desplegaba ante ellos como un tapiz tejido con hilos de luz y sombra.